Que nos pasó?- Pregunté.
Nada, no hables! - Me contestó, sus ojos no dejaban de llorar, una expresión de dolor y culpa acoplaban la situación en su cara.
Si, hablo. Ahora si hablo! Las intenciones eran otras...- le dije pensando en aquella vez hace mucho tiempo cuando solo nos interesabamos uno por el cuerpo del otro y no había absolutamente nada más.
Ya se que eran otras, creo que de eso si somos concientes- me dijo intentando contener todo ese dolor que sentía.
Si, igual prefiero no lamentarme por nada, sabíamos que esto iba a pasar...- Entonces el llanto desgarrador de aquel hombre que lloraba sentado en la cama con la cabeza descansando sobre sus manos me interrumpió.
Basta de llorar! Basta! -grité- Yo soy el que debería estar llorando, yo era el que tenía miedo de que este día llegara, yo tenía la esperanza de que los limites fueran desapareciendo con el tiempo, pero el maldito tiempo los trajo con él y aca llegó. Ese limite de mierda ! - Siempre supimos que esto pasaría es verdad, pero estabamos tan felices, yo no entendía nada. Ya habíamos planeado esta situación, no deberíamos estar asi, pero por alguna razón los dos estabamos muy tristes. Y yo entendía pero no quería entender, de un día para el otro no suceden las cosas, o si?
Porque hoy? Porque ahora? - pregunté.
Sabíamos que esto iba a pasar- me contestó con más calma pero sin dejar de llorar nunca.
Si, pero porque ahora mismo! Porque en este momento? Que fue lo que te llevó a eso? Que pasa en vos? Siempre me lo contaste todo, contame ahora !- Le dije muy exasperado, su mirada estaba en mi, pero no en mis ojos, su mirada no estaba en esa habitación, estaba en otro lugar muy lejos de allí.
El decidió no responder, no me decía nada, yo solo podía ver su mirada, pero no me decía nada y era extraño, siempre podía saber lo que quería o necesitaba con solo ver su mirada.
Que pasó? - Pregunté y el corazón comenzó a latirme muy muy fuerte. El seguía sin contestar. Yo no lloraba, me sentía raro generalmente solía ser yo el que lloraba.
El tomó aire, cerró los ojos unos instantes, los abrió y me miró, su mirada volvió a bajar y entonces dijo:
-Anoche dormí con él.
Listo, fin. Me senté en la cama temblando, no lo miraba a él, no miraba nada. Las cosas empezaron a desaparecer, estabamos parados en un gran vacío. Primero los muebles, después las paredes, después la luz y el color. Pero antes que todo eso había desaparecido él, había caido el primero a ese vacío y yo no estaba ahí para tomarlo de la mano, no quise. Y ya nunca iba a estar. Estaba solo, sentado en una cama, en la oscuridad, en la nada y fue entonces cuando la primera lagrima descendió por el contorno de mi cara y nunca antes una lagrima me había ardido tanto como esa. Era el fuego, el fuego de todo ese amor que le tenía que ahora caía lentamente como lava de un volcán. De repente fueron muchas lágrimas, mucha lava y toda mi ropa incenciandose, después mi cuerpo, mis órganos, mis huesos, mi alma, estaba comenzando a morirme.
Pero por alguna razón extraña mis ojos seguían ahi, inexpresivos y lo miraban a él a través de todo ese fuego, ahora toda la habitación ardía en llamas y nuestros cuerpos desintegrandose en el dolor, en el llanto.
Me miró y vió como comencé a desaparecer en ese instante y fue cuando gritó, sabía que no volvería a tocarme, que jamás podría volver a verme o a encontrarme y yo también lo sabía. Gritaba, gritaba mucho y muy fuerte y quería tocarme pero no me alcanzaba, no podía.
Yo hice un esfuerzo tremendo para emitir palabra alguna, mis cuerdas vocales estaban derretidas sabía que solo tenía una última oportunidad de hablar y decidí usarlo en ese momento:
Teeaaaamoo.- Dije pausada y dolorosamente y una parte del techo cayó justo en medio de nosotros, ya no lo veía, ni él a mi, pero podía escucharlo gritar, llorar y lamentarse. Lo había perdido todo, todo estaba desapareciendo. Todo se elevaba en una gran mancha de humo sobre nosotros, en el cielo. Fue entonces cuando no lo oí más, había muerto, yo también me morí pero seguía en ese lugar, mis ojos seguían ahi y podía ver como la pintura de las paredes se quemaban y se llevaba todas nuestras canciones, todas las palabras que nos habíamos dicho, todo, absolutamente todo era humo, no había nada más.
El fuego estaba cesando, el olor horrible a cadáver, a muerte, a amor asesinado y muerto eran impregnantes. Por suerte no había nadie allí para oler nada. La última chispa se apagó. Fin. Solo quedaban cenizas, millones de cosas, muebles, besos, abrazos, todo era cenizas, y los últimos restos de humo que se iban hacía esa gran nube que se había formado en el cielo. Esa nube que ahora era inmensa, esa nube que comenzaba a llover, esa nube gigante que una vez habíamos sido pero que ahora estaba comenzando a desaparecer para siempre.
